Desde Traumasalut queremos compartir el artículo publicado por uno de los fundadores y doctores de nuestra clínica, Miguel Ángel Pérez Fernández
Si Vd. tiene más de 50 años, comprobará que cada mañana al levantarse presenta rigidez y dolor de articulaciones, que suele desaparecer al cabo de unos minutos de actividad. Es una manifestación más del envejecimiento, como las arrugas, canas , pérdida de cabello etc. El paso de los años conlleva inexorablemente el deterioro funcional de nuestro organismo. No por ello debemos resignarnos y abandonarnos al destino. Los avances científicos no solo han aumentado la esperanza de vida, si no que hacen que nuestra calidad de vida sea mejor. Los 60 años de ahora son como los 40 años del siglo pasado.
¿Cómo podemos mejorar la funcionalidad y duración de nuestras articulaciones?
Para responder a esta pregunta, debemos conocer la anatomía y las distintas estructuras que componen la articulación. Tomemos como ejemplo una articulación sinovial como la rodilla o cadera. La articulación de la rodilla está formada por el extremo distal del fémur y el proximal de la tibia, los cuales están recubiertos por el cartílago articular, parte fundamental en el proceso de la artrosis. Rodeando a estas estructuras encontramos la membrana sinovial, la cápsula articular y los ligamentos, músculos y tendones que proporcionan estabilidad y movimiento de la articulación. En el caso de la rodilla encontramos además los meniscos, que ayudan al reparto y transmisión de cargas, nutrición del cartílago, estabilidad articular.
1.- Cartílago
El cartílago sano es de aspecto nacarado, liso, brillante y turgente. Su función es la de reparto de cargas, absorción de impactos. Se trata de un tejido altamente especializado, con un coeficiente de fricción inferior al de una cuchilla de patín sobre una pista de hielo. (Figura 1)
Para cumplir con estas funciones el cartílago está compuesto por células, el condrocito, encargado de sintetizar la matriz extracelular. La matriz extracelular a su vez está formada por colágeno tipo ll, red de fibras que confiere su forma y propiedades al cartílago, proteoglicanos, formados por condroitín sulfato y queratán sulfato, ligados a una cadena de ácido hialurónico. Los proteoglicanos actúan a modo esponja que atrapan en su interior moléculas de agua, que representan el 75% de la composición del cartílago.
El cartílago carece de vasos sanguíneos y terminaciones nerviosas, se nutre a partir del líquido sinovial.
2.- Artrosis
Durante mucho tiempo se ha pensado que la artrosis era una enfermedad mecánica, en la cual el cartílago se desgata como la suela de un zapato o el neumático de un coche. En la actualidad sabemos que en la artrosis existe además un componente inflamatorio, en el que sustancias como las citoquinas, interleuquinas como la Il-1, TNF alfa, metaloproteasas etc. actúan agravando el proceso de deterioro articular.
En esta situación el condrocito pierde la capacidad de sintetizar los componentes del cartílago articular.
Los detritus que esta destrucción produce agravan el proceso, aumenta la producción de líquido sinovial y los extremos óseos se deforman, en un intento de bloquear la movilidad articular. (Figura 2)
¿Por qué se produce la artrosis?
En algunos casos existe un condicionante genético, que explicaría entre un 15-20% de los casos de aparición en edad precoz. Los traumatismos articulares, fracturas, cirugía previa (Figura 3), así como microtraumatismos repetitivos en actividades laborales, como músicos, futbolistas, administrativos, son otras causas de artrosis.
La alteración del alineamiento articulares como ocurre en el deformidades de rodilla, (Figura 4) ; genu varo – valgo;, de los pies, ;pie plano, hallux valgus,; o de la columna lumbar, ; escoliosis, espondilolistesis,; provocan alteraciones de del reparto de cargas, con concentración de las mismas en una zona que desarrollarán artrosis en las articulaciones afectas.
Otro factor a tener en cuenta es el sobrepeso, factor desencadenante de artrosis, sobre todo en articulaciones de carga como rodilla y cadera.
Junto a estas teorías clásicas que explican el porqué de la artrosis, en los primeros años del siglo XXI, también se relaciona la artrosis con el estado cardiocirculatorio. Una mala circulación como ocurre en el síndrome metabólico, ; hipertensión arterial, diabetes, elevación colesterol y triglicéridos; , o en la ateromatosis, implica un aporte deficiente de nutrientes al hueso subcondral que da soporte al cartílago, que acaba por reabsorberse o fisurarse. De esta manera una mala circulación provoca el deterioro del cartílago y aparición de la artrosis.
Estudios recientes han demostrado el efecto que tiene la glicación sobre el cartílago. Se trata de una reacción química que corresponde a la caramelización de las proteínas del cuerpo que se produce por el contacto con el azúcar de la sangre. El resultado son unas partículas denominadas AGE (productos de glicación avanzada) acrónimo en inglés. El colágeno es la proteína más abundante en el cartílago y objeto de la glicación , acelerando la inflamación y su destrucción . Los AGE pueden formarse en el organismo en función de la tasa de glucemia, pero la mayoría proceden de la alimentación, son las partículas de Mayllard que se forman con la cocción de alimentos a elevadas temperaturas, este método es responsable de que las patatas fritas queden crujientes, que la corteza del pan esté tostado o que la carne adquiera ese aspecto dorado.
¿Cómo tratamos la artrosis?
En el tratamiento de la artrosis desarrollamos diferentes estrategias en función de la sintomatología, edad del paciente, enfermedades o condiciones pre existentes. Las diferentes guías terapéuticas coinciden en la importancia de tratar la obesidad, frecuentemente asociada. (Figura 5)
Adoptar hábitos de vida saludables, dieta antiinflamatoria, realizar ejercicio físico de manera regular, caminar, natación, bicicleta, forman parte de los tratamientos recomendados.
En el siguiente nivel encontramos la medicación antiinflamatoria, analgésicos como el paracetamol. Frecuentemente se utilizan los antiinflamatorios no esteroideos o Aines, los cuales presentan efectos secundarios que afectan al aparato digestivo, alteran la función renal, provocan elevación de la tensión arterial y complicaciones cardíacas, motivo por el deben utilizarse con precaución y siempre por cortos periodos de tiempo. La medicación condroprotectora y los suplementos nutricionales así como sustancias antiinflamatorias naturales como la cúrcuma, harpagofito, boswelia. Nutrientes como las vitaminas C y D, magnesio, silicio, pueden tener su indicación bien como prevención o como tratamiento asociado a otras terapéuticas.
La recuperación funcional, utilización de terapias como ultrasonido, microondas, onda corta, magnetoterapia, masoterapia, junto con ejercicios para tonificar la musculatura periarticular se encontrarían en este nivel de tratamiento.
En casos de persistencia del dolor o derrame articular, está indicado la artrocentesis o punción evacuadora para extraer el exceso de líquido articular que provoca limitación de la movilidad y dolor por la distensión que provoca. Pueden utilizarse infiltraciones articulares de cortisona, ácido hialurónico, sustancia que es producida por nuestro propio organismo a nivel de la membrana sinovial, parte fundamental del líquido sinovial, el lubricante de la articulación.
En cuanto a tratamientos más novedosos encontramos los que encuadramos en el campo de la medicina regenerativa, que van desde las infiltraciones con plasma rico en plaquetas, (Figura 6) con monocitos o la aplicación de células mesenquimales, mal llamadas células madre, que pueden obtenerse mediante aspirado de médula ósea o bien del tejido adiposo.
En el último nivel nos encontramos con tratamientos quirúrgicos que irían desde la toilette o limpieza por artroscopia, las osteotomías para corrección de las alteraciones del eje hasta las artroplastias parciales, unicompartimental, o la artroplastia total en la que las superficies articulares son sustituidas por prótesis generalmente de aleaciones de titanio.
Los resultados de estas cirugías son en general satisfactorios, pero no están exentas de complicaciones, que pueden ser graves y frustrantes tanto para el paciente como para el cirujano responsable.